jueves, noviembre 27, 2014

HARAKIRI: DESMITIFICANDO AL TATUADOR: ALEXANDER TOVAR. EPISODIO III


"Mi cuerpo es mi diario, y mis tatuajes son mi historia."
Johnny Depp


No hay día que no llegue ni plazo que no se cumpla, por fin me llegó la hora, sin embargo no existía en mí ni un ápice de duda con respecto a lo que quería hacer: tatuarme.

La cita era a las cinco de la tarde, el tráfico para ir a encontrarme con Alexander Tovar era realmente terrible, a pesar que tenía hora y media a favor sí estaba algo desesperado, no me gusta llegar tarde, supongo que eso se lo debo a uno de mis guardianes espectrales que seguramente era inglés, la chamba en la radio también me había enseñado muchas cosas con respecto a la puntualidad, es un hábito que no pienso dejar aunque debo confesar que tiene sus claroscuros eso de ser puntual, es más, en el momento que redacto esto se me ocurre una historia, nada original, sobre los contratiempos de ser puntuales, y como sé que posiblemente no la escriba les regalo el argumento: un chavo súper puntual que decide tomar clases de guitarra y su maestro lo cita a las 5 de la tarde en punto, pero como el muchacho odia llegar tarde llega diez minutos antes, al entrar al salón de música sin anunciarse descubre a su profesor de guitarra estrangulando a una alumna con la sexta cuerda del instrumento. Moraleja: no siempre es bueno llegar temprano.

En fin, para mi aventura de tatuarme me acompañó mi hermano, juntos, atorados en el tráfico estábamos preocupados porque tan solo unos minutos antes el coche en plena pendiente de Arboledas había despedido humo debajo del motor, un olor a caucho quemado nos hizo pensar que se trataba de la banda, ese aroma nos acompañó todo el trayecto, daban nauseas, no es muy divertido quedarte botado en pleno embotellamiento, bueno solo si este es de cerveza u alguna otra bebida etílica.

Llegamos con tiempo de sobra a la colonia donde veríamos al maestro de las tintas, eso nos hizo optar por dar una vuelta en una plaza de la zona, primero en una casa de empeño, había cosas interesantes, pero exageradamente caras, esos cuates querían vender cosas usadas a precios de objetos nuevos, se les olvidaba que ya no estaban como en un inicio.

Salimos riendo del local por lo elevado de los precios, un par de paradas en Tere Casolas y el OXXO de la zona para comprar provisiones: agua, cervezas Heineken, papas y cacahuates; no sabíamos cuánto duraría la sesión con Tovar, había que estar preparados.

Fiel a mi costumbre una vez en el lugar no recordaba el edificio de departamentos en el que vive Alex, seguía siendo temprano y es que hay quien dice que llegar más temprano de los que se acuerda es también una falta de etiqueta, cosa que también me molesta, eso de ser descortés y falto de educación, así que espero unos minutos antes de animarme a marcarle a Tovar, cuando por fin le llamo este no contesta, la gente realmente no cree cuando uno les dice que el celular de Alexander Tovar es una pesadilla, si contestara todas y cada una de las llamadas que entran a su Smartphone se la pasaría hablando 24 horas seguidas, sobre todo si se trata de personas que le quieren hacer un reclamo por  no haberlos agendado para hacerse un tatuaje.

Después de unos intentos el Jedi del Dark Side me contesta el teléfono para indicarme que en unos minutos estaría abriéndome la puerta de su edificio, después de unos minutos aparece ataviado con un mandil color azul marino, zapatos tenis de explorador, calcetas cortas, pantalón corto con bolsas a los lados, como heredado por Chabelo, playera de rokero  y su hospitalidad de monje Zen.

Una vez que entramos en la cueva de este artista urbano nos percatamos que hay una chica con él, no habla mucho, o casi nada, los años de andar con la banda artística, como los músicos, me han dotado de cierta prudencia al momento de verlos acompañados con damas, por aquello de que no siempre es la misma de la vez anterior, y para evitarles una bronca a los camaradas y a mí con ellos, mejor no digo nada, y como en la letra que tan magistralmente cantaba Rita Guerrero (Q.E.P.D), puedo intuir, puedo oler, puedo pensar, pero saber jamás; por ello espero a ser presentados y de esa manera saber el título que sustentará la fémina en cuestión, créanme es como una regla de etiqueta entre la banda, si no los van a ayudar no los perjudiquen.

Ya instalados el master Tovar me muestra el diseño en papel y pide mi opinión sobre una modificación que respetuosamente me consulta a manera de sugerencia, se trata del micrófono que se encuentra en el centro de mi tatuaje, él cree que pudiera ir una mano agarrándolo, como denostando poder, me dice orgulloso, me parece interesante, pero le cambio la jugada y le menciono que mi tatuaje es un homenaje a las cosas que más quiero en la vida, y que ahí estaba faltando: mi madre, Magnolia, entonces se dispone a buscar una flor del mismo nombre, me la muestra y me pregunta qué me parece, le doy el visto bueno, entonces se dispuso a integrar ese elemento al dibujo que ya tenía.

MAGNOLIA (MAGNOLIA GRANDIFLORIS). Google.


Entrados en pláticas, mientras prepara mi diseño final, se revela la identidad de la chica que estaba ahí cuando llegamos mi hermano y yo, se trata de Karla, le calculo 20 años más o menos, lentes de pasta  color negra, como los míos, cabello lacio largo agarrado como me imagino que pudiera tenerlo la chica de la cola de caballo, fetiche eterno de Héctor Belascoarán Shayne: detective mexicano y engendro literario de Paco Ignacio Taibo II.

Es bajita, viste tenis, shorts, y playera, se trata de la aprendiz de Alexander Tovar, ella ya tatúa, pero quiere seguir aprendiendo, seguramente en unos años hará tanto ruido como su maestro.

Tovar no despega los ojos del esténcil que está preparando, traza cada línea con precisión, no puede escapársele detalle alguno, yo no le hago mucha plática, quisiera en verdad, pero estoy un poco afónico, la semana anterior me habían vacunado contra la influenza y tuve una reacción desagradable en forma de gripa, lo suficientemente jodona como para dejarme casi sin habla, mientras mi hermano y yo nos entretenemos mirando los diseños varios que decoran las paredes de la habitación.

EL DISEÑO by Lalo Vargas

Confieso que soy distraído y olvidadizo, pero cuando algo me llama la atención mis defectos suelen suavizarse y me aplico, entonces miro detenidamente el ritual que Tovar realiza a manera de preparación antes de tatuar, coloca de manera religiosa y metódicamente cada implemento que va a utilizar, las botellas con líquidos, desconocidos hasta ese momento para mí,  son cubiertas con bolsas, recuerden que sus manos tendrán contacto con tinta y sangre todo el tiempo, entonces mi yo psicólogo-metiche le dice a Tovar:  –¿Obsesivo compulsivo?; Tovar voltea a mirarme y sonríe asintiendo con la cabeza, me cuenta que se lo detectaron en la infancia, pero que lo era lo suficiente como para no necesitar ser tratado lo que le dotaba de una meticulosidad para hacer sus cosas, y en su quehacer como tatuador lejos de ser un trastorno es un don, una bendición.

Ya que ha montado su equipo procede a mostrarme las agujas que utilizará, sobra decir que revisó en más de una ocasión los empaques, me pidió cerciorarme de la fecha de caducidad de las agujas a utilizar, que son una especie de lanceta como de 10 cm de largo, teniendo de un lado la punta y del otro una especie de dobles circular, una es de varias puntas, para rellenos, mientas la otra es de una sola punta, para delineado, esto lo intuyo, ya que no pregunté, me pide nuevamente cerciorarme que son nuevas y me muestra un par de capuchones que según tobar una vez que se manchan de tinta no se pueden lavar, como diciendo no se pueden reutilizar porque te darías cuenta.  

AGUJAS. Google.

Una vez terminado el negativo de mi tattoo, de manera teatral, Tovar señala el "sillón de los sacrificios" invitándome a tomar posición para ser rayado, me siento, limpia mi brazo, centra el esténcil, lo pega, una vez que cree que está listo lo desprende lentamente, coloca un espejo y me deja contemplarlo, me maravillo con su tamaño, no pensaba que sería así de grande, me gusta lo que veo, es mi homenaje a las cosas que más quiero.


ASÍ LO PEDÍ by Toño Vargas

Meticuloso tal cual es Tovar ensambla la máquina, el capuchón y la aguja, de una cajonera sustrajo un frasco de tinta oscura en un recipiente de plástico muy similar a un dedal y una vez que verificó que todo estaba en orden comenzó a rayar, ahora comprendo cuando algunas personas tatuadas se molestan cuando les preguntan si duele, yo solo puedo decir que le tengo pavor a las agujas, pero mi fe en Tovar es tal que el miedo irracional no se presentó para lo ocasión, y claro que duele, el valentón que diga que no duele es porque seguramente es Superman.

Después de la primera línea Alexander se cerciora que no me he desmayado o que no estoy llorando y orgulloso me dice: -Wey ya no eres quintito; por aquello de que mi piel era virgen, sin ningún tatuaje, y él había sido el encargado de borrar esa virtud dermatológica, irónicamente, con tinta.  


ROUND ONE by Toño Vargas.


La sensación al estar siendo tatuado es algo complicado de describir, pero todo aquel que se haya enterrado un alambre delgado, una grapa, un anzuelo, una guja, un alfiler o algo por el estilo, y una vez dentro lo haya jalado en línea recta hacia algún lado, se puede hacer una idea de qué se siente, no es para nada una sensación de que te están pinchando la piel en repetidas ocasiones, es más bien como si te enterraran una uña que logra atravesar un poco la piel y la rasgan poco a poco, y hay zonas más dolorosas que otras, en mi caso la parte cercana  a la axila y la zona de tríceps fueron las de más molestia y qué decir de la zona de deltoides justo en la curvatura del hombro, puedo decir, a manera de consuelo, que después de 3 horas hasta me estaba durmiendo, en mi caso fueron 4 horas de trabajo, y aún faltan unas cuantas más para el color, pero mientras tanto el "round one" está listo.

Continuará...

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